Salas
Este listado de salas del Barrio Yungay comprende todas aquellas de las que tenemos noticia, desde la invención del cine hasta nuestros días. El perímetro que establecimos fue el de la vereda norte de la Alameda por el sur, avenida Balmaceda por el norte, Avenida Matucana por el poniente y avenida Brasil por el oriente. Algunas salas comenzaron al inicio del siglo XX y cerraron durante las décadas de 1920 o 1930, de esas ya no queda nadie con vida que las pueda recordar y sólo contamos con los testimonios que quedaron escritos en periódicos o libros de la época. Aquellas que estuvieron funcionando después de la década de 1940, sí son aún recordadas por las y los vecinos y visitantes del barrio, y de ellas hemos logrado reunir más relatos, apariciones en prensa y fotografías.
Quizás sólo a excepción del Teatro Carrera, las salas de cine y teatro que existían en el Barrio Yungay eran consideradas parte de los llamados “cines de barrio”. A diferencia de las salas de estreno, que en general estaban en el centro de Santiago, los cines de barrio proyectaban las películas un tiempo después y eran, además, más baratos e informales, a pesar de que algunos tenían una arquitectura palaciega.
Quienes aún recuerdan estas salas, asistieron en las décadas de 1950 y 1960, en sus infancias y adolescencias. Las recuerdan como lugares habituales, con los que se creaba una relación cotidiana, es decir, cada quien tenía una o dos salas preferidas, en general las más cercanas, y únicamente asistían allí, sin aventurarse en los otros tantos cines vecinos, distantes quizás solo a un par de cuadras. Eran salidas rutinarias, los días domingo con la familia, entre semana en horario escolar para “hacer la cimarra” o en la noche para una cita romántica.
En todos los relatos recopilados, se repite que lo importante, más aún que la película misma, era la salida “al cine”. La práctica de ir al cine de barrio era habitualmente salir de casa, caminar y llegar al cine a comprar la entrada, sin preparación previa y sin saber muchas veces qué película se estaba dando. No había entonces casi división por edades -salvo las matinés infantiles con dibujos animados- la cartelera podía incluir vampiros, cowboys, romance, drama o musicales, y la familia completa disfrutaba de la programación, sin distinción de género o edad. En general la proyección de la película principal se antecedía con noticiarios europeos o chilenos, con noticias variadas, actividades culturales o reportes de la guerra.
Los teatros tenían varios pisos a veces con precios diferenciados. Algunas de las salas de barrio daban en esos años funciones rotativas, otras ofrecían programas múltiples, con 2 o 3 películas por el mismo precio, en general los valores de la entrada eran accesibles para toda la población del barrio. Los grupos de niños corrían por los pasillos, lanzaban cosas desde la galería a la platea y si era demasiado el desorden eran finalmente expulsados. Las madres llevaban guateros para calentarse, comida para pasar la tarde, los enamorados se buscaban lugares alejados, hacia el fondo del teatro, aunque muchos eran enviados por sus padres con una sobrina pequeña o chaperona, que tenía que instalarse entremedio de la pareja o supervisarles a distancia.
Cada una de las salas de esta recopilación guarda miles de historias, experiencias de vida que tienen que ver con aquello que rodea al cine de barrio, por supuesto con las películas, pero también con el foyer, las butacas, las cortinas, las golosinas, los gritos, las risas y los aplausos. Así como las antiguas salas forman parte del patrimonio material, estas experiencias de “ir al cine” son parte de nuestro patrimonio inmaterial y deben ser valoradas y recordadas.
Todas y todos los vecinos que participaron en este proyecto coinciden en que se extraña mucho esa experiencia y es parte de nuestro objetivo ayudar, a partir de este rescate de la memoria, a que los barrios vuelvan a contar con lugares que cumplan las múltiples funciones que cumplían los cines de barrio: dar un espacio a la diversión colectiva, al disfrute del cine, la conversación y el encuentro cotidiano de una comunidad diversa.